3 diciembre 2024

PUNTO Y SEGUIDO. El mapa político de las intendencias entrerrianas, a ocho meses de las gestiones de Frigerio y Milei

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Por Mariano Osuna

Juntos por Entre Ríos gobierna 38 municipios, que representa el 45,78% de las intendencias entrerrianas, mientras que la coalición peronista conduce 36 gobiernos locales. El vecinalismo, en sus distintas variantes, dirige nueve administraciones municipales. La convivencia con Milei y Frigerio, la situación financiera, el poder adquisitivo, las obras públicas y el horizonte electoral.

Las elecciones generales del 22 de octubre de 2023 configuraron el actual escenario político en la provincia, caracterizado por el triunfo de Rogelio Frigerio en la categoría principal de Entre Ríos, después de cinco gestiones consecutivas del peronismo (uno de Jorge Busti, dos de Sergio Urribarri y dos de Gustavo Bordet) en el sillón crucial de Casa Gris. Como se detalló en la columna anterior de Punto y Seguido en LA CALLE, la asunción del actual Mandatario también resignificó un tablero político atravesado por el bipartidismo, protagonizado históricamente por el Partido Justicialista (PJ) y la Unión Cívica Radical (UCR).

El Gobernador de la provincia proviene de una familia con distintas raíces radicales y peronistas, ya que su abuelo Rogelio Julio fue parte de la dirigencia fundadora de la UCR Intransigente, junto al ex presidente Arturo Frondizi, en épocas ulteriores al golpe de estado contra Juan Domingo Perón. Posteriormente, ese mismo sector conformó el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), que luego integró el Frente Justicialista de Liberación (Frejuli), que devolvió al peronismo al poder, tras 18 años de proscripciones, bajo la postulación de Héctor Cámpora. Además, el nieto del referente desarrollista fue funcionario del segundo período de Carlos Menem en la Casa Rosada y de los gabinetes de Mauricio Macri en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y en el Ejecutivo nacional. Aunque las ramificaciones en los dos partidos tradicionales son extensas y cercanas, el ex Ministro del Interior de Cambiemos no encaja directamente en ninguno de los polos del binomio histórico. Inclusive, conduce una alianza política donde el radicalismo ocupa un rol significativo, aunque alejado de los protagonismos de otras épocas.

Los últimos comicios provinciales, efectuados de manera simultánea con la definición presidencial, también determinaron una renovada distribución de la representación legislativa entrerriana en el Congreso nacional. El oficialismo provincial contabiliza cuatro diputados que responden, con matices, a la estrategia de Casa Gris, donde se encuentran Atilio Benedetti (UCR), Pedro Galimberti (UCR), Marcela Ántola (UCR) y Francisco Morchio (PRO). Por otro lado, el frente peronista posee cuatro espadas parlamentarias, que abarcan a Gustavo Bordet, Blanca Osuna, Carolina Gaillard y Tomás Ledesma, mientras que La Libertad Avanza acumula una banca, ocupada por el paranaense Beltrán Benedit. Además, el frente gobernante en Entre Ríos computa en sus filas a Alfredo De Ángeli (PRO) y Stela Olalla (UCR) en el Senado, mientras que la minoría emerge representada por Edgardo Kueider, que llegó ungido por el justicialismo pero engrosa la tropa del bloque minoritario Unidad Federal.

En la Cámara Baja de la provincia, Juntos por Entre Ríos suma 18 escaños, la alianza peronista aglomera 11 bancas y el sector libertario cosecha cinco lugares, con la peculiaridad de una fragmentación inédita en tres bloques diferentes. En la Cámara Alta, el peronismo tiene leve mayoría, con nueve integrantes, provenientes de los departamentos Uruguay, Paraná, Villaguay, La Paz, Victoria, Federal, San Salvador, Tala y Feliciano; y el Ejecutivo computa ocho miembros, pertenecientes a los distritos Concordia, Gualeguaychú, Ibicuy, Diamante, Federación, Colón, Gualeguay y Nogoyá.

83 municipios

 El oficialismo provincial, en sus variantes de Propuesta Republicana (PRO), UCR y partidos vecinales o locales, conduce los destinos de 38 intendencias, que representan el 45,78% de los gobiernos municipales de Entre Ríos. Allí se destaca la administración de las 10 ciudades cabeceras de los departamentos Concordia, Gualeguaychú, Colón, La Paz, Nogoyá, Diamante, San Salvador, Federal, Gualeguay y Tala. Los primeros dos casos tienen como singularidades la relevancia dentro del mapa provincial, ya que forman parte de los cuatro distritos más significativos en proporción electoral; y el cambio de color político en ambos distritos tras décadas de gestiones peronistas. En la Capital del Citrus, reconocida como bastión del peronismo, el radical Francisco Azcué destronó la hegemonía de 40 años de ejecutivos justicialistas, en tanto que. en la tierra del Carnaval del País, Mauricio Davico se coronó como nuevo mandatario después de 36 años ininterrumpidos de liderazgos peronistas.

Entre los datos importantes del análisis cualitativo respecto al panorama de las gestiones locales, emerge la consolidación del espacio fundado en 2015 (Cambiemos) en la dirección de las localidades de La Paz, Nogoyá y Gualeguay. En esa línea, la incorporación del armado autóctono de José Walser de Colón a la coalición gobernante, como ocurrió con Davico, proveniente de expresiones vecinales, o con raigambre en el tablero local de esos territorios, significó otro elemento sobresaliente del desempeño electoral del oficialismo en las categorías municipales. La recuperación de administraciones comandadas por el PJ, como las cabeceras de Federal, Diamante y San Salvador, ratifican el cambio de época y la reconfiguración del escenario político de la provincia. Una última variable insoslayable es la comparación con los resultados de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13 de agosto del año pasado, es decir 70 días antes de la votación general, cuando el tablero parcial arrojó que el frente peronista tuvo la lista local más respaldada en 42 municipios, mientras que la versión litoral de Juntos por el Cambio aglomeró 32 pueblos de la provincia, en un desenlace bastante divergente de los números finales de octubre.

La alianza creada por el PRO y la UCR, que además es conformada por espacios como la Coalición Cívica (CC), Generación para un Encuentro Nacional (GEN), el Partido Socialista (PS), el Movimiento Social Entrerriano (MSE) y Nueva Generación (NG), además lidera las jefaturas municipales de Basavilbaso, Herrera y Primero de Mayo, del departamento Uruguay; Crespo, María Grande, San Benito, Villa Urquiza, Viale, Seguí, Hernandarias, Hasenkamp y Aldea María Luisa, del distrito Paraná; Gobernador Mansilla, del departamento Tala; Bovril y Alcaraz, del distrito La Paz; Larroque, Pueblo General Belgrano y Gilbert, del departamento Gualeguaychú; General Ramírez, del distrito Diamante; Lucas González, del departamento Nogoyá; Colonia Ayuí, del distrito Concordia; Ibicuy del departamento Islas del Ibicuy;  Ubajay y Villa Elisa, del distrito Colón; Chajarí y San Jaime de la Frontera, del departamento Federación; Villa Clara, del distrito Villaguay; y General Campos, del departamento San Salvador.

Por su lado, la principal coalición opositora conduce las cabeceras departamentales de Uruguay, Paraná, Federación, Victoria, Feliciano, Ibicuy y Villaguay, donde resalta el triunfo en la cuarta localidad, que era administrada por Cambiemos desde la oleada amarilla de 2015 que puso en riesgo el triunfo del ex mandatario Bordet, en la disputa mano a mano con el senador De Angeli. Los triunfos en Uruguay, Villaguay y Feliciano corroboraron la fuerza electoral en las últimas décadas en aquellos lugares estratégicos, en tanto que la retención de los municipios de Paraná y Federación dejaron mensajes de esperanzas en el vendaval frigerista. El peronismo, que administra 36 ejecutivos locales, es decir el 43,37% del escenario general de las presidencias municipales de Entre Ríos, capitanea las intendencias de San Justo, Villa Mantero, Pronunciamiento, Santa Anita y Colonia Elía, del departamento Uruguay; Colonia Avellaneda, Tabossi, Pueblo Brugo y San Julián (o El Pingo), del distrito Paraná; Aldea San Antonio y Enrique Carbó, del departamento Gualeguaychú; Santa Elena, San Gustavo y Piedras Blancas, del distrito La Paz; Puerto Yeruá, La Criolla y Estancia Grande, del departamento Concordia; Aldea Brasilera, del distrito Diamante; Villa Domínguez, del departamento Villaguay; San José y Pueblo Liebig, del distrito Colón; General Galarza, del departamento Gualeguay; Maciá, del distrito Tala; Ceibas, del departamento Ibicuy; Conscripto Bernardi y Sauce de Luna, del distrito Federal; Aranguren y Hernández, del departamento Nogoyá; y Los Conquistadores, del distrito Federación.

Además de las ciudades señaladas previamente, donde Juntos destronó al justicialismo, como Federal o San Salvador, también se encuentran las hazañas en lugares como Herrera, General Campos, Villa Clara, Larroque, Ibicuy, San Jaime de la Frontera y Seguí. Allí asoma otro elemento sustantivo, referido a las derrotas de dirigentes históricos del peronismo, como sucedió con Juan Darrichón, René Bonato, Lucas Larrarte, Sergio Martínez y Cristian Treppo, o de parte de sus construcciones locales, como aconteció con Martín Piaggio en Gualeguaychú, o con Enrique Cresto y Gustavo Bordet, y la disputa letal entre Armando Gay y Ángel Giano, en Concordia. A la par, se posicionaron otros nombres históricos del justicialismo entrerriano, con trayectorias comprobables, en un escenario disruptivo y caótico, como José Lauritto de La Histórica, Rosario Romero de Paraná, Adrián Fuertes de Villaguay, César Melchiori de Paranacito, Julio Pintos de Pueblo Liebig y Daniel Rossi de Santa Elena. También se consolidaron nuevas generaciones dirigenciales, como Gustavo Bastián, de San José; Damián Arévalo, de Feliciano; Isa Castagnino, de Victoria; Ricardo Bravo, de Federación, Fernando Viganoni, de San Justo; Hernán Niz, de Mantero; Juan Amavet, de Santa Anita; Daniela Olano, de Ceibas y Mauro Díaz Chaves, de Aldea San Antonio. La mezcla de ambas franjas de referentes se evidenció en la renovación de autoridades del Consejo provincial del PJ, que preside el ex vicegobernador José Cáceres, y que tiene en su nómina al mencionado Díaz Chaves. De igual modo se materializó en la constitución de la nueva Liga de Intendentes Justicialistas, comandada por Romero de Paraná y secundada por Bastián de San José y Arévalo de Feliciano.

Por último, las diversas experiencias que se reconocen como vecinalistas, que no mantienen una dinámica organizativa unificada en la provincia, pero que se identifican dentro de ese subgrupo conceptual y partidario, dirigen nueve municipalidades. Allí se distinguen las trincheras históricas de Oro Verde y Cerrito, del departamento Paraná; y Valle María y Libertador San Martín, del distrito Diamante. Además, maneja las gestiones de Caseros, del departamento Uruguay; Santa Ana y Villa del Rosario, del distrito Federación; Los Charrúas, del distrito Concordia; y Urdinarrain, del departamento Gualeguaychú. La derrota en Rosario del Tala, que era la única cabecera que gobernaba en el período anterior; las deserciones de Walser y Davico de las filas vecinalistas; y la ausencia de una coalición provincial que sintetice las diferentes expresiones de la provincia, obstaculizaron la conformación de una tercera fuerza política, con capacidad de capitalización, construcción de poder y vocación electoral.

Ocho meses

Punto y Seguido, la columna política de los domingos en LA CALLE, realizó un seguimiento riguroso del programa de gobierno y del modelo económico de La Libertad Avanza, en los primeros ochos meses de gestión de Javier Milei en la Casa Rosada. La disciplina fiscal, la desregulación del Estado, la apertura financiera y la liberalización de la economía, emergieron como ejes estructurales del nuevo rumbo de la Argentina, luego de los resultados del balotaje del 19 de noviembre del año pasado. La puesta en vigencia del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 70/2023 “Bases para la Reconstrucción de la Economía Argentina”; la sanción de las leyes “Medidas Fiscales, Paliativas y Relevantes” y “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”; y la firma simbólica de los diez ejes programáticos del Pacto de Julio firmado en Tucumán, avanzaron en esa nueva cosmovisión. Un escenario donde el superávit fiscal significó el repliegue y la desinversión directa del Estado en salud, educación, desarrollo social, obra pública, fondos coparticipables y distintas líneas de financiamiento a las 24 jurisdicciones y sus municipios; mientras la caída de la inflación supuso un intenso camino de recesión que arrojó números negativos en la industria, la construcción, el comercio, los consumos masivos, el poder adquisitivo, los salarios, el empleo y los ingresos familiares.

La anunciada segunda y tercera fase del programa libertario recorre una hoja de ruta con promesas de eliminación de las retenciones a las exportaciones; de reducción del Impuesto País, incrementado por el propio ministro de Economía, Luis Caputo, en los primeros días de la gestión de Milei; de supresión de las restricciones cambiarias para la adquisición de divisas (cepo); y de disminución de diferentes controles del Estado en términos comerciales, de importaciones, inversiones extranjeras, precios, y regulaciones tributarias, impositivas y fiscales. Las dificultades de la recaudación nacional; la ralentización de la liquidación de las exportaciones agropecuarias; el deterioro de las reservas del Banco Central ante la intervención monetaria para la contención del dólar libre/ilegal y del riesgo país; la negativa en el devenir más cercano de nuevos financiamientos externos del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y organismos financieros multilaterales; y la demora de la llegada de nuevas inversiones, pese a las sanciones de la Ley Bases y del paquete fiscal, obstaculizaron el horizonte inmediato y postergaron los plazos previstos.

Sin rebote de la economía, el Gobierno nacional avanza con su agenda política, en un contexto donde se agudiza la conflictividad social y se desmorona la capacidad de compra de las familias argentinas. Cifras oficiales y números privados descartan una mejora en el mediano plazo y alertan sobre las consecuencias socioeconómicas del ajuste fiscal y del combate contra la inflación. El estilo de Milei lleva a los extremos un liderazgo que mantiene niveles relevantes de aprobación y legitimidad popular, aunque por un camino sinuoso de construcción de musculatura política y diálogo social. La fragmentación opositora, los escándalos repudiables del ex presidente Alberto Fernández y el fracaso de la última aventura frentista del peronismo, germinan un escenario de profundo desencanto con la política y el rol del Estado. Una singularidad que atravesó la emergencia y el triunfo del referente libertario en el plano nacional y que persiste en la esperanza ciudadana pese a los niveles progresivos y tangibles de una realidad alejada al bienestar prometido en campaña.

La lectura sobre ese malhumor social y la construcción simbólica de ese cambio, caracterizó la incondicionalidad de Frigerio con la hoja de ruta de la Casa Rosada, incluso en un contexto cada vez más complejo respecto a la falta de recursos, la asfixia financiera y la precarización del tejido social. La grieta abierta por la paritaria con los gremios docentes, especialmente con la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer), que se reúne el próximo miércoles en Paraná para la definición de los pasos futuros, luego de cuatro jornadas de paros en las últimas dos semanas; y las dificultades por la paralización de obras públicas licitadas, en marcha o en proceso de finalización, complejizan ese escenario de equilibrio entre el alineamiento con el norte libertario y las necesidades de recursos y presupuestos básicos para las gestiones cotidianas y para la planificación de otras inversiones estratégicas y estructurales.

El reclamo ciudadano a los municipios, que son las referencias estatales más cercanas, respecto a la postergación de obras viales, sanitarias, educativas y de viviendas, como la supresión de partidas vinculadas a obras públicas y al transporte urbano de pasajeros, condicionan las administraciones locales. Los recortes nacionales en fondos coparticipables y discrecionales, la eliminación de asistencias a hospitales y escuelas, el recorte del Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid), el ajuste del envío de recursos a las Caja de Jubilaciones de la provincia, y las consecuencias de la recesión económica, desbordaron crudamente sobre las posibilidades de las administraciones locales. Ese diagnóstico, más allá de las declaraciones públicas de los dirigentes, es compartido desde Romero a Davico, y marca un devenir confuso pese a las expectativas de los sectores más aliados de la Casa Rosada. Incluso, la Intendenta de Paraná y los presidentes municipales de Concordia y Concepción de Uruguay, participaron de la solicitada de alcaldes de todo el país contra la desaparición del Fondo Compensador del Transporte, que subsidiaba el sistema público de pasajeros del mal llamado interior del país.

Los intendentes conjugan el doble desafío de la administración diaria y de la construcción política. En la alianza oficialista de Juntos por Entre Ríos, los presidentes municipales respetan los tiempos y las estrategias de la Casa Gris, aunque exponen su agenda propia de reuniones con el gabinete nacional, en la búsqueda de reactivación de obras y partidas de recursos. Sin respuesta nacional, incluso en los casos de vínculos más aceitados, como la red de contactos que desempolva Davico en cada viaje por Buenos Aires, los reclamos y las demandas inundan los pasillos del Ejecutivo provincial. Como se analizó en diversas ediciones de Punto y Seguido, Frigerio defiende el modelo económico de la administración de Milei y pone las expectativas en la segunda etapa de desregulaciones, a cargo del ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger; y en un hipotético triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, que reconfigure el tablero geopolítico y favorezca el respaldo financiero internacional.

Los números de distintas consultoras, propias y ajenas, confirman que la ciudadanía entrerriana identifica al Gobernador y el Presidente en la misma sintonía, como si el éxito de ambas administraciones estuviera atada y la suerte echada. Ese norte ideológico, e incluso programático, tiene diferencias en las formas (o sus imposturas). La aprobación por unanimidad de las distintas leyes de emergencias alimentarias, educativas, de infraestructuras viales y de obras públicas, grafican esas divergencias con los modos nacionales. El apoyo del ex gobernador Bordet y de un puñado de intendentes justicialistas, desde los más dialoguistas a los más críticos a la Casa Gris, a una reforma política electoral y a la implementación de la Boleta Única de Papel (BUP), también profundiza esos matices.

Sin embargo, la urgencia de recursos y el desgaste de los bolsillos ciudadanos, pone en una encrucijada la capacidad de equilibrio del oficialismo provincial. En su último viaje por Buenos Aires, el Mandatario de la provincia reclamó al jefe de gabinete, Guillermo Francos, la necesidad de una metodología y un plan de ejecución de los recursos de las obras, y sus deudas, paralizadas por Nación. En ese sentido, demandó un mecanismo más aceitado sobre el envío de los fondos, donde se diferencie a las jurisdicciones que respaldaron y trabajaron a favor de la hoja de ruta libertaria. Esos pedidos también fueron parte del cónclave bilateral con la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, dentro de un menú de temas que incluyó la invitación a la hermana del Mandatario a Entre Ríos y la posibilidad de un acuerdo electoral para los comicios de medio término del año próximo.

La urgencia en Juntos por Entre Ríos es la gestión, donde transita el segundo semestre de su primer año de gobierno, en un escenario que asoma cada vez más complejo. Las posibilidades electorales, atadas a largo plazo al éxito del programa libertario, tienen la calma del ejercicio de poder en la Casa Gris, donde Frigerio puede ser reelecto, y una camada de nuevos dirigentes, incluidos Azcué y Davico, emergen en la vidriera preliminar de figuras competitivas para la contienda proselitista. Por el contrario, el peronismo se resetea luego de cinco mandatos consecutivos en el sillón de Urquiza y de un fracaso nacional que aún deja efectos mortales sobre sus dirigentes. La nula autocrítica y discusión interna, más allá de algunos encuentros aislados, como los plenarios de los consejos departamentales del PJ de Paraná y Gualeguaychú, las convocatorias de La Histórica y San José o los encuentros cerrados de la ciudad del carnaval, que tuvieron como anfitrión al ex director General de Aduanas, Guillermo Michel, ejemplifican el momento de confusión generalizada de la coalición justicialista. Las operaciones mediáticas, respecto a un consenso en la dirigencia para que Bordet protagonice la candidatura del año próximo, ratifican el escaso debate puertas adentro.

El rol de los intendentes justicialistas, diques directos de contención de las políticas nacionales, es fundamental en el desafío de una construcción amplia, con identidad entrerriana, que promueva una alternativa real de gobierno frente al huracán libertario. El dato de distintas encuestas y sondeos que marcan números devaluados para posibles candidaturas autónomas del PRO o la UCR, por fuera de la polarización general, exponen las características del nuevo tablero dicotómico en términos electorales. La buena noticia para el principal frente opositor es que el peronismo sigue siendo la oferta más representativa lejos de los márgenes de Milei y de Frigerio. La mala noticia es que la incapacidad de traducir esas expectativas en una síntesis dirigencial y programática que sea competitiva en el cuarto oscuro puede dejar al PJ como un actor de reparto de esa batalla.

Fuente: lacalle.com.ar

La Yunta

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