Con el cuerpo, en la calle, mujeres y disidencias dijeron “no somos la casta”
Por: María Eugenia Sarli*
“La olla tiene más bronca que sopa”, rezaba uno de los tantos carteles que pudieron verse el viernes 8 de marzo transitando las calles de Paraná. La cabecera de la marcha, tras la que se encolumnaron organizaciones feministas, gremiales, sociales, universitarias, y político partidarias; llevaba el lema: “Nosotras, nosotres, no somos la casta. Ni un ataque mas, ni un derecho menos”.
“Siempre camión, nunca ómnibus”, decía un cartón sobre uno de los costados en el vehículo de la cooperativa de trabajadoras cartoneras que transitaba en medio de la movilización. Arriba, mujeres y disidencias con ropas de trabajo hacían sonar un redoblante y entonaban cantos arengando a la multitud. “Vecina, vecino no sea indiferente, no ajustan a la casta pero ajustan a la gente. Vecina, vecino no sea indiferente, nos quitan los derechos en la cara de la gente”, se escuchaba como parte de un extenso cancionero.
Los cortes de calle fueron puntos de disputa, que este año se vieron exacerbados por la violencia hacia quienes ponían el cuerpo en esos lugares y en la marcha. Si bien no hubo que lamentar accidentes graves, si se dieron situaciones riesgosas, incluso para las infancias que caminaban por la calle junto a personas adultas.
El documento
En plaza Mansilla, con ollas vacías simbolizando el hambre frente a la bandera de arrastre, se leyó el documento elaborado por la Asamblea de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans y No Binaries; la Multisectorial de Mujeres Entrerrianas; y sectores independientes. Se hizo hincapié en el empobrecimiento de mujeres y disidencias, exigiendo la declaración de la emergencia alimentaria y la reincorporación de las trabajadoras del Potenciar.
El presidente Javier Milei tuvo su mención como quien aplica “políticas hambreadoras”. Los ex presidentes Mauricio Macri y Alberto Fernández fueron sindicados como responsable de la deuda externa uno y de legitimarla el otro. A la ministra Patricia Bullrich se le apuntó como autora de la criminalización de la protesta y al gobernador Rogelio Frigerio como aplicador del “ajuste de Milei”.
Las negociaciones salariales del gremio docente, el reclamo por la educación sexual integral y el presupuesto para universidades y el Conicet fueron también parte del texto. La amenaza de derogar la ley IVE, así como el cambio de perspectiva o el desguace de áreas y programas de asistencia a mujeres y disidencias a nivel nacional y provincial – con sus consecuentes despidos-; fueron otras de las políticas señaladas.
Se reiteró a su vez, el reclamo por la incorporación de las personas travas y trans y no binaries en el municipio y la provincia, así como una ley integral para estas personas y la declaración de emergencia en violencia contra mujeres y diversidades. Se hizo lugar además, al reclamo de justicia por femicidios y travesticidios, así como por los casos de violencia institucional.
Las vejeces, el colectivo de trabajadoras culturales, los reclamos en materia ambiental y la solidaridad con pueblos originarios y el pueblo palestino completaron el documento, que terminó exigiendo un paro general a las centrales sindicales. “Con hambre, represión y precarización, no hay libertad”, concluyeron.
El arte como trinchera
Como es habitual, una intervención cultural cerró la jornada, expresando a través del arte los reclamos del documento. Desde la fuente, infancias insolentes se propiciaron un palco para ver mejor el paso de quienes caminaban por una de las calles internas expresando la opresión a sus cuerpos. Una tela negra las separaba de dos lacayas y dos zanquistas vestidas de negro que las insultaban desde su posición. Una zanquista llevaba el cartel del FMI, la otra el de EEUU, mas una motosierra en la que se leía: “Niley” y mas abajo “Viva Lali-bertad”.
La marcha fue creciendo en ritmo, con un texto leído por dos mujeres desde el camión, que se había ubicado en la explanada frente a Casa de Gobierno. Los palos, que al principio eran una cruz para quienes marchaban, se convirtieron en bastones, y luego en instrumentos para dar golpes rítmicos. En un punto, las marchantes repitieron al unísono: “no somos la casta”, y al llegar al final de la calle rompieron la tela negra, dando paso a dos pañuelos -uno verde y otro blanco- que venían flameando como banderas.
Fue luego el momento de la danza, al estilo “Danza Combate”, acompañado por la voz de Dalila Vicari, que le daba vida a un fragmento de This is not América de Calle 13: “acá estamos, siempre estamos, no nos fuimos, no nos vamos”. Después, las bailadoras bajaron a las zanquistas, llevando los carteles y la motosierra a una hoguera donde se quemaron. Las malabaristas del fuego hicieron su entrada al ritmo de los tambores, dando paso a voces que al unísono expresaban: “Milei, basura, vos sos la dictadura”, y más tarde, “somos las nietas de todas las brujas que no pudiste quemar”.
*Militante feminista
Lic. en Comunicación Social
Fotografía: Yamila Ballestero (@yamila_fotografias)